lunes, 14 de abril de 2008

Push my button please!


“Push the button” que quiere decir presiona el botón, de esta frase proviene el nombre para los cuartos donde se realizan actividades que van en contra de todo plan que una madre tiene para sus hijas mientras éstas no se hayan casado.
Los conocidos “Push” son algo así como unos hospedajes donde puedes relajarte durante aproximadamente dos horas, pagando una módica suma de dinero, en palabras mas entendibles, son mataderos, no tienen ni el titulo de hotel ya que éstos sirven exclusivamente para tener relaciones.

Ok! Les explico como es esto, como llegué para allá y como funciona…

Estaba con un grupo de amigos, conversando en el carro de uno de ellos, sobre diversos temas, para variar salió el tema que usualmente sale a relucir en una conversación donde estoy presente (hasta ahora no se porque siempre me sucede) sexo, relaciones, y un etcétera de temas similares, en eso un amigo al que denominaré P, dijo “si, porque los pushs (forma panameña de decir en plural push) son mejores que los residenciales (hoteles que también son mataderos), son más cool ” y yo me quedé como tratando de descifrar porque los pushs, eran más cool que los residenciales, para mi concepto un residencial donde tienes aire acondicionado, una cama amplia, mesas de noche, y un baño, donde pagas 10 dólares por 4 ó 3 horas dependiendo del residencial, me parece una buena opción, y así comenzó mi cabeza a dar vueltas para encontrar la razón por la cual mi amigo P hacía ahínco en que los pushs eran mejores, por lo cual pregunté, ¿Por qué, acaso no es la misma vaina sólo que vas en carro?, ahí fue cuando me miró y me dijo ¿acaso conoces uno? Y yo le respondí que no, ya que lamentablemente no había conocido ninguno…
Arrancó el carro y yo me quedé petrificada, a donde vas le pregunté, se comenzó a reír y las personas que me acompañaban (mi novio, y la novia de P) comenzaron a reírse también, y a decirme que para que le di pie a P, que ahora me tenía que aguantar, con la sonrisa congelada, y sonrojándome le dije por favor no me lleves a un push!

En menos de 10 minutos llegamos a un letrero de neón que decía en letra cursiva “LAS FLORES” comencé a decirles que me daba vergüenza, que cómo íbamos a entrar ahí, que ya no jugaran, y me calmaron diciéndome ya cállate, es nada más para que conozcas, jaja bueno a la larga acepté, y me comencé a reír también, y fue ahí que me percaté la poca seguridad que tienen estos lugares, entras con el carro a una pequeña plazuela, ésta tenia una fuente de agua que se veía muy bien cuidada, por lo menos ahí llevaba un punto el push, cero las residenciales, ya que en estas es una fría recepción con una Sra. Amargada o normalmente cansada por las amanecidas, al girar la mirada, me di cuenta que la pileta estaba rodeada de puertas levadizas de hierro, el carro se metió en uno de los estacionamientos vacíos que contenía este lugar, al bajar del carro noté un letrero con letras rojas que decía:
“Apague su motor, ya que los gases que éste expide pueden ser letales. Prohibido el ingreso a menores de edad.
$8.00”

Al lado de éste letrero, una puerta de madera con una ranura color dorado, donde cabían perfectamente los 8 dólares, cada uno puso 2 dólares, y entramos, con un poco de nerviosismo pasé por el umbral de la puerta, y lo que yo esperaba era una cosa totalmente diferente, pero esto se veía bonito, impecable, ordenado, era una cama bastante grande y bien tendida, dos mesas de noche color blanco, un televisor de unas 29 pulgadas puesto en un rack negro, cuadros que hacían juego con el color que prevalecía en el cuarto, el verde agua, me imagino que era para dar calma a los visitantes, total es un lugar de relajación (jajaja), unas lamparitas a los lados, y unos focos tipo ojo de gato insertados en el techo a la altura de la cabecera de la cama, el baño era bastante amplio, y limpio, en verdad para que negarlo, el lugar era a-cogedor…

Comencé a revisar como ya se habrán dado cuenta los rincones del cuarto, me di cuenta que no tenía esos cuadros feos que ponen en otros lugares de personas que al parecer te estuvieran mirando ( o por lo menos yo lo siento así), sino eran cuadros abstractos, y uno de flores, tenia también un tocador, con cajones, (como si alguien fuera a guardar algo ahí) un espejo de tamaño prudente, y un teléfono donde podías llamar para que te trajeran cualquiera de las cosas que ofrecían en la carta, desde vinos de 100 dólares, hasta una gaseosa de 70 centavos.

Lo que me pareció más interesante aun, fue que si en el letrero de afuera decía prohibido el ingreso de menores de edad, no hubiera nadie controlando que la persona que ingresa, sea mayor de edad, es decir, en un residencial o en cualquier cuarto de hotel le piden cédula (o cualquier documento de identidad que certifique que eres mayor de edad) a la persona que se inscribe para el uso del cuarto, en cambio acá, lo único que se tenía que hacer era introducir el efectivo en la ranura, para que una persona que al parecer espera dentro, lo recibiese y quitara el seguro, y al mismo tiempo salir por la otra puerta que me imagino y espero lo lleve lejos de la habitación.

En fin, prendimos la televisión y al parecer el señor estaba viendo discovery chanel ( que entretenido), y bueno buscamos un canal más divertido, nos quedamos conversando y riéndonos sobre las cosas que podrían suceder dentro de un lugar así, y las razones por las cuales este era mejor que un residencial, además de comentar los distintos casos que se han dado de asesinatos dentro de estos lugares, tema que me dio algo de miedo, y dije a pesar de que este lugar es mas bonito, prefiero mil veces un residencial, además de que tengo más seguridad ya que estos no se encuentran tan alejados de la civilización, cuesta 10 dólares por 3 horas, y no 8 por 2. Nos seguimos riendo y decidimos irnos, al salir presionamos el botón que decía “push” y la puerta levadiza comenzó a funcionar, cuando de pronto mi novio se percató de que su celular no lo traía consigo, y pensó que a lo mejor se había quedado dentro, por lo cual tocó la puerta, y se escuchó una voz que dijo “¿¡Qué Quiere!?”, señora se me quedó mi celular, respondió el…¿dónde lo dejó? Dijo ella, no sé, ¿en el sillón? La señora amargada abrió la puerta y prácticamente le lanzó el celular, y le dijo… ¡la próxima vez no te doy nada por arrecho! nosotros muertos de la risa nos subimos al carro y salimos de ahí.

Y esa fue mi experiencia en un push… divertida para que negarlo, me pareció un lugar como dije líneas arriba a-cogedor (en sus dos sentidos), pero prefiero los residenciales,
No se me asombren…ni sonrojen, son temas de yo lo sé blogspot…y se me antojó escribir eso pues.
Hasta dentro de mil años que me vuelva la inspiración!